De AGUA Y ESPEJOS
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(...) Un verdadero estallido emocional en el que de lo más sanguíneo de sus imágenes se alza y levita el espíritu...

Lucas Lamadrid



"Así como el amor te corona, así también te crucificará.
Y haciéndote crecer, será él también tu podador."

Kahlil Gibran


ALFA

¡Cómo se viste el agua de mi orilla
de la espuma más blanca! ¡Cómo vuela
la paloma del sueño, arrulla y cela,
en el pico el amor como semilla!
¿No escuchas el reír de las campanas
y a la prístina fuente y al jilguero
picoteándole trinos al alero
para anidarme el alma de ventanas?

Agua el amor... Que liberada fluya
hasta beber mi sed en la sed tuya,
hasta colmar el pozo de mis brazos.
Agua... Agua el amor. Agua y espejos
creciéndose de luz en sus reflejos
para inundar el surco de tus pasos.


POEMA I

Por el rubio encendido de la arena
me acarició el asombro azul
de tu sonrisa.
Surcaba a toda vela el día marinero...
El mar en tu mirada y en la mía
no sé qué augurios de tormenta.
¡Qué salobre inquietud!
¡Qué espuma el sueño!


POEMA II

Ven a que te alcance mi soledad despierta,
mi desvelo de ti.
Yo no sé de naufragios,
yo no sé de caminos,
¡enséñame!
Ven a que te sienta mi desgarrón primero.
No te inquiete dejar en el jardín tu sombra,
yo le hablaré a la niña de pájaros y arenas,
abreviaré sus lágrimas,
repasaremos sueños pueriles de la mano
y quebraremos juntas
imágenes y espejos.


POEMA III

Hoy que tengo el pie ligero
y el alma suelta
y aquietados los ojos.
Hoy que tengo fiesta de palabras
y panal de anhelos,
que hay espejos intactos sonriéndome,
déjame, amor,
probar mis alas.


POEMA IV

Déjame estar bajo tu sombra
como la arena bajo el agua mansa.
Déjame estar,
no importa cómo, ni cuándo
ni en qué orilla.
Déjame estar bajo tu aliento,
entibiada de ti,
amanecida.
Déjame serte hoy
que es primavera.


POEMA V

Déjame ser el ala de tu vuelo,
lo frágil de tu angustia incierta.
Déjame ser yo misma –casi otra–
deshabitando mi ancestral tristeza.
Déjame ser en ti sin esta prisa
por desandar mis horas huérfanas:
un puñado de ayer, un hoy inédito,
paloma, caracol, semilla y hiedra.
Déjame ser, no importa el día.
Déjame soltar la mansedumbre de mis velas,
perderme en el hondón de la tormenta.


POEMA VI

Déjame estar al filo de tu ahora,
asida al punto de tu yo inexacto.
Mañana...
Mañana es otro viaje, otro regreso
ni yo misma ni tú:
un péndulo de acasos
golpeando en la distancia.

Déjame asirme al hoy de este naufragio
que nos lleva a los dos.


POEMA VII

¿Mañana...?
Es largo el viaje y el amor muy tierno.
Deja que cada amanecer estrene el día
y el día en cada noche se deshaga.
Mañana es sólo augurio...
¿Sabes
si el viento largo quebrará mis alas?


POEMA VIII

Aprendí el camino de tus labios
y tu huella de piel estremecida
serpenteando en mi sangre.
Mareas y volcanes y galaxias
amaneciéndome
desde el estreno milenario
de mi caricia niña
jugando a luces en tus aguas.


POEMA IX

¿Qué te trajo al calor de mi alborada?
¿Qué pleamar te amaneció en mi orilla?
Me desnudé de sueños para serte
más yo con menos prisa
y ya no seré nunca jardinera
ni caracola hambrienta de sonido
ni mañana de luz.
Que un yo distinto me creció por dentro
para hacerme jardín
y música
y un hoy inmenso...

Un hoy inmenso
echado, amor, junto a tu almohada.


POEMA X

Ayer me florecí de besos
para ser mañana más que yo.
Se me abrieron jardines escondidos
y fui semilla y tierra y cauce avaro
Nueve rocíos, nueve,
me bañarán de luz.
Cantarán la fuentes del camino
y un pájaro de tiempo anidará
en mi corazón,
me aleteará por dentro
en noches largas
y en madrugadas tibias:
prisionero de siempre
y siempre libre.
Dolorosamente extraño y mío,
para siempre en mí.


POEMA XI

Espera,
que hay una lluvia fina
de caricias corriendo por mis manos,
que hay palomas ansiosas escondidas
y jardines inquietos
y montañas y abismos en acecho
de este siempre tenerte...
(Estás tan lejos
y aún me surcan tus ríos desbordados)

Espera,
que hoy se asoma tu imagen a mi espejo
y hay anhelos en fuga reclamándote
–desesperadamente–
desde el azoque gris.


POEMA XII

La zapatilla blanca del recuerdo
rozó mi pena.
¡Qué vigilia estrenada despeinando
la melena del tiempo!
¡Qué andariegas verdades desciñendo
tu nombre por el viento

! La zapatilla roja de la angustia
holló mi pena.
¡Qué de espejos repitiendo tu ausencia
y de palabras niñas
llorando en mi garganta!


POEMA XIII

¿Ayer...?
¿Cuando nacía
de luz junto al umbral de tu alborada?
¿Cuando reía el sol
deshilachando sombras
y a mis pies se aquietaban
la horas sin medida?

Ayer,
cuando yo era,
cuando tú estabas.
Ayer... ¡qué pequeña palabra!


POEMA XIV

Fuiste espuma en la arena de mis playas
y rocío en el pétalo
de mi rosa temprana.
Fuiste, amor,
brizna de luz en sombra desvelada.
Fuiste, soy, serás... ¿seremos?
¡Qué verbo esquivo
jugando en mi gramática!


POEMA XV

Crucé descalza tu jardín extraño.
Hubo fiesta de soles y rocíos
en madrugadas vírgenes
y caricia de alas despeinándome
los sueños no nacidos.
Crucé descalza, las plantas leves
y los ojos de estrellas desvelados.
¿Sabes...?
Aún me duelen espinas y guijarros,
pero crucé descalza
por tu jardín extraño.


POEMA XVI

Hay una espera inútil
en el tibio regazo de mi almohada,
en mi piel florecida de tu aliento,
en la palabra muda
que fue silencio antes de ser
llamado.


POEMA XVII

¿Lo dije?
¿Lo dije y no llegó mi voz a tus arenas?
Quizá se me durmieron las palabras
en un silencio largo.
Quizá no había palabras para voz tan pequeña,
o la había y no supe
desprenderla del alma.


POEMA XVIII

Desnudé mi aspereza para herirte
y me dolió la herida más que a ti.
¡Qué extraña culpa de saberte intacto!
¡Qué blanco miedo de sentirme frágil!
Me era tan ancho el traje de mujer...
Y tú, lejano y desasido,
¿pequeño acaso en tu disfraz?

No sé.


POEMA XIX

Por la piel la caricia en serpenteo
de lo que pudo ser.
Tu mirada de júbilo estrenado,
de prisas y de ahoras.
Tu voz enredadera,
tu amor de cristal roto,
el tiempo, el ya-no-importa,
el acercarse más y más al casi olvido
y saber desde el siempre rechazo de la lágrima
que acercarse al olvido es recordarte.


POEMA XX

Un cascabel, un nido,
una fuente cantándole al silencio,
la sombra de aquel árbol,
una hilacha de luz
negándose a lo oscuro,
un reloj sin agujas,
tus ojos,
la caricia del viento ensalitrado...

(¿Estás amor, conmigo en el recuerdo?)


POEMA XXI

Hoy dibujé en la noche tu recuerdo
y en el recuerdo escamas del ayer.
Hoy ya no es hoy ni yo la misma:
sólo es la noche... Acaso
abejas inconclusas y en el filo del siempre
la niña aquella
fija en el tiempo, casi intacta.

No quise verla ahogarse en mis espejos
y te arranqué a la noche
¡Qué desgarrón de escamas!
¡Qué centellear de luces!
¡Qué afiladas aristas...! Luego,
la niña aquella
fija en el tiempo, casi intacta.


POEMA XXII

Te supe desde el mar
como sabe la espuma de la arena.
Te supe a sorbos largos
(niña sed insaciable).
Te supe desde el viento agonizante,
el agua en la montaña,
la espiga, el roble, el tomeguín, el águila...
Por la campana al vuelo y el estéril
desgarrón del silencio.
Te spe desde siempre,
a horneadas, a corazón colmado.
Te supe a brazos llenos
y hoy me duelen las manos de vacío.


POEMA XXIII

¡Qué chiquilina fui para tus brazos
y qué mujer creciéndole a tu asombro!


POEMA XXIV

Extraña, sí, como el jilguero
sin voz. Como la flor
del monte entre las piedras.
¿Qué sabes tú de hermanas inquietudes
y de sueños!
¿Qué sabes de horizontes enjaulados
y de jaulas abiertas hacia dentro!


POEMA XXV

... Y se quebraron todos los espejos
y el agua despeñada se hizo polvo
dejando cicatrices
por las piedras.


OMEGA

Agua y espejos el amor. Acaso
un estrenado juguetear de brisas
germinándome sueños entre risas
y entre risas doliéndose el payaso.
Por el trillo de espejos, paso a paso,
embridada la angustia y ya sin prisas
me llegas desde ayer y te deslizas
rozándome del hoy sólo un retazo.

Agua y espejos el amor. Parece
que en mi jardín inédito florece
la rosa del olvido. Y en la grieta
que empolvada de tiempo se me asusta,
alza mi yo jinete mano y fusta
desbocándose el miedo hasta la meta.



© 2014 Amelia del Castillo
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