De FUGACIDAD DEL ASOMBRO / VANISHING AMAZEMENT
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(...) Está lleno de urgencia, de una urgencia que tiene algo de elegía, pero de elegía que no renuncia al canto...

Orlando González Esteva


UMBRAL


A VECES
se despierta alegre como un carrusel
y gira, gira
convocando a los sueños, al luego
al siempre, al todavía.

Sus ojos
–del azul más tierno hasta el negro más arisco–
tienen la magia de espantar los grises taciturnos
y de ver lo que no ven.

Su risa
se da, se suelta, se regala y cuando vuelve
trae el aire y el sonido de muchas
otras campanas que bebieron de su amplio
eco enamorado.

A veces
se le enjaula la luz, se encabritan las sombras
asoma el miedo, se le tapia la voz
y rompen sus perros a ladrar.
He vivido con ella tanto tiempo
que la llevo tatuada sin remedio
en alma y piel.

Me acompaña, sigue, angustia, alegra, cansa…
Pero es mía. La única que tengo y he tenido
desde una tarde de junio
que viene cada año a recortarme el tiempo
y a verme envejecer.



ESTABA FRENTE A MÍ
pequeña, frágil, los ojos anegados
la sonrisa ausente.
¿Qué decirle, cómo explicarle
el signo, la misión, el tránsito,
la cruz...?

Quise abrazarla
darle algo de mí que me sobrara.
Le acerqué mi sonrisa
y sonrió la otra
del espejo.



DESDE ADENTRO
una hilacha de alegría
asoma y se me queda en la garganta.
No se atreve a reír. Apenas canta
una Nana al perdón y a la armonía.
Tiene calor de niño y cada día
–como sol que entre nubes se levanta–
sale a ratos y a la pena espanta
con ardides o con milagrería.

Yo la invito a navegar conmigo
a alegrarme la culpa y el castigo
a ser flecha de luz, campana al viento
Pero cobarde, frágil y sumisa
esconde en mi garganta la sonrisa
negándome el regalo de su aliento.



SI ME ATREVIERA
preguntaría a duendes de la noche
por Ariadna y Penélope y Casandra
y todas esas míticas mujeres
condenadas a amar, tejer, errar
desde siempre y para siempre.

Si me atreviera
pediría cuentas al grito, la caricia
la lágrima, el zarpazo…
Y a la cruz y el perdón.

Si me atreviera
reemprendería el viaje de la mano
de nadie.
Con la niña sabiduría
del que lo cree todo, del que lo sabe todo.
Sin saber.



SIN SABER
cómo ni por qué me va cubriendo
este polvo gris de hueso o de ceniza lenta
que al primer toque de queda rompe
el filo de la luz
echa a volar sus miedos y copula
con las enmohecidas
vírgenes del tedio.

Es
el adiós en fuga del asombro
el atisbo de un luego sin ventana
el fuego ausente.
La noche sin corola
por abrir.



SÉ QUE NO HAY ESPEJOS
que dupliquen ausencias.
Sólo un filo de sal, huesos de luz
reclamando un sitio sin distancias
un puñado de liebres azoradas
un reptil enroscándosele al miedo…
Y yo.

Y yo tirando inútilmente de los hilos
empeñada en que salten
los muñecos.

(No te engañes. No insistas.
Corta los hilos. Baje el telón
y descansen en paz las marionetas)



SI VINIERAN POR TI
los guardianes del templo,
no exijas que te lleven
en su carro de luces a repasar
los campos de la ausencia.

No indagues, no preguntes,
no reclames el sueño, ni el olvido.
¿Para qué sin memoria ni tatuajes
ni siquiera el polvo
del recuerdo?

Si vas a reclamar,
reclámales cada hilacha de tiempo.
¡Ah…!, pero no olvides que el tiempo
en espiral busca su fuga
y que en su fuga todo lo que es,
nos hiere,
y todo lo que fue,
nos quema.



¿ADÓNDE IR
cuando todo se haya ido
cuando sólo quede el hueco ardido
del silencio?
¿Al horizonte, testigo siempre
alerta siempre y siempre cómplice
de un luego sin final?

Mejor, soltar amarras.
Correr con el otoño,arder al impúdico
fuego del verano, ser nieve
entre la nieve…
(no rozar la primavera
me asustaría el nacimiento de una flor)

Quizás volver. Desandar, deshacer.
De vuelta al polvo
al mar, al fuego, al arco iris.De vuelta a mí.
Tal vez quedarme y convertirme
¿en ala, en música, en reflejo?
Tal vez quedarme y convertirme en nada.
Quieta. Seca como la higuera seca.
Como la piedra.
Como el surco agrietado.
Como el leño.

Como lágrima seca
que nos llega a los labios
sin llegar.



QUÉ EXTRAÑO
sabio y doloroso este morir a cada instante
como la gota de agua, el niño por la vida
el minuto en fuga por la esfera.

Muriendo sin morir
con la esperanza al filo siempre de la orilla.
Con tanto sueño en vela y sabiendo
"que el cántaro se rompe" y que no hay greda
capaz de desafiar este obsceno morir
poro a poro, grito a grito
rezo a rezo.

Este pasar sin tregua, este morir
sin tiempo para dejar sueltos los hilos
las culpas claras y el perdón
abierto.



VOY CON PRISA
porque me sigue
el filo más hambriento de los grises.
Porque no hay verde sin hollar
ni manantial puro
ni alondra al paso.

Porque "el ayer se ha ido
mañana no ha llegado"
y al hoy le faltan horas y le sobran
huellas, angustias y mitades.

Porque muerde el viento
la cara de la luz
y el huesudo lomo de las sombras.
Porque hay azul cansado
porque huye el tiempo...

Y por esa última e inevitable
cita por cumplir.




amiga de siempre.
Hermana, sombra, compañera o enemiga
que tienes el inútil coraje
de reclamarle al tiempo su abandono
y al ave migratoria su libertad
de huída.

Tú que reclamas
su fatuo resplandor a las cenizas
sus ondas de sonido al aire
su fuente a la gota de rocío
tu desamparo al mío.

Tú que cuestionas
la pequeñez del mundo…
¿Por qué no reclamar un poco
de lo poco que somos y que fuimos?



VUELVE
No sé de dónde, pero vuelve.
Vuela con las alas del viento
y voy con él abriendo espacios:
geografía vertical de polvo a estrella.

(Se ha quebrado el viento)

Desato
la frágil y estrujada cinta
del ahora, y otra vez yo.
Mi yo de siempre
y esta larga soledad creciéndole
al instante.



DESDE ESTA ESQUINA
–entre estas voces
que solo reconocen su perfil–
quiero romper a golpes el silencio
rebosdar de palabras el vacío
y cerrar la orfandad sin fin
de estas grietas abiertas
no sé cuándo ni cómo
ni por qué.
Esde esta esquina
quizás se haga el milagro
y repiquen al viento, llamando a fiesta
las ungidas campanas de tanta y tanta
silenciada voz.



NO VOY A REGALARTE, SOMBRA
ni un minuto de paz.
Ni siquiera un pestañear de miedo.
No voy a darle tregua a la ventisca
ni al huracán ni a mí
ni a nadie.

Tengo los pies sembrados en un surco
que crece y crece y de crecer se ahonda
erosionando piedras y lamentos
y ni deserto, ni me rindo
ni me doblo.

No voy a darte paso, Sombra.
No voy a renunciar a serme.



NO QUIERO IR
a ciegas por el tiempo.
Prefiero andar de ronda por las luces
y de vela encendida por quebradas
rendijas, pozos, vericuetos.

Si me encuentro
prometo repetir lo que no dije
crucificar quejumbres, izar vela
y alargarme la mano
para un viaje de estrellas, mariposas
jardines y regresos.

Entretanto…
Un saludo al cristal y seguir rumbo
amparada al perfil de tanta
ausencia.



QUIERO
alzarme al risco del aliento
fundir en vuelo el bálsamo y la herida
fugarme en flecha desviada
hasta encontrar el punto exacto
que no encuentro.

Luego
vaciándome, embridado este afán
de andar y andar alucinada
ponerle un alto a la tormenta
cortar la voz del trueno y el filo
del relámpago
dar un giro en redondo, cerrar el círculo
y saberme al fin de vuelta
En casa. En buen regazo.



SI ALGUNA VEZ
rescatas mi voz de las esquinas
no la dejes al sol. No quieras condenarla
a ser el grito sepultado de la piedra.

Entrégasela al mar.
El mar es madre, amante, amiga del poeta.
El mar lleva en su vientre tanto
tanto verso, que es poesía su voz
Su color, poesía. Su turbulenta furia
más poesía.

Entrégasela al mar.
Déjala compartir su canto corn la voz
hermanada de Alfonsina
adornarse con algas y corales
jinetear las olas por los riscos
hacer coloquio con la la voz luminosa
de los peces.

Y en las noches de luna
sin recordar siquiera que fue mía,
déjala trenzarse a la voz del viento
y de la vida.



HAY UN PÁJARO AZUL
cantando al filo de la sombra.
Tiene las alas leves y en el pico
la sangre del último jirón de luz
sacrificada.
En él habita la semilla
de todo el que se atreve a ser,
a desnudarse, a reclamarle al tiempo
su migaja de paz.

Es mi amigo ese pájaro.
Ese pájaro azul
de espaldas siempre a no importa
qué llaga, qué derrumbe.
Ese pájaro azul que se atreve a cantar
al filo de la sombra.



POÉTICA


ESE YO DE LUZ
atado a cuerpo que se quiebra,
ese blanco fulgor hendido en rojo palpitante,
ese cántico
duende del silencio y de la voz misterio,
¿quién lo convoca?.
¿Cómo encuentra la cinta,el hilo,la dimensión
exacta de mi esfera?
¿De dónde viene y adónde va cuando se pierde,
cuando una a una roba las palabras y la idea,
cuando hiere el aire y rompe el arco
y en su flecha extraviada nos dispersa,
cuando golpe a golpe
y filo a filo nos vacía sin que el canto
y la voz en tregua iluminada
nos rescate?



SACUDO EL ÁRBOL
del silencio.
Soplo y despido la hojarasca
alcanzo al vuelo una hilacha de luz
–de idea–
que se escapa.

(Rescato el verso, la voz
y la palabra)



POR RETENER EL CANTO
me enfrento a la orilla filosa de la ausencia
al miedo, a la palabra nunca, al ayer, al hoy
a mí y a todos.

Por retener el canto
repito insomne la palabra siempre.
Despierto, abro las manos, me levanto
atesoro la magia de estar viva
doy gracias y perdono
y creo.

Por retener el canto
escribo.
No importa qué ni cómo.
Segura de este ser y estar porque
me queda el canto.



POR DEFENDER MI ESENCIA ME DESCIÑO
de moldes, de hojarasca y de ceniza.
Encerrojos el galope de la prisa
vuelvo al cauce, al manantial y al niño.

Por defender mi savia me doblego
y soy otra y la misma: diferete.
Amiga del silencio y de la fuente
de la cruz, la verdad, la fe y el ruego.

Ciudadana del tiempo, de la aurora
la noche, el mar, el río, la pradera
el ayer, el mañana y el ahora.

Con el viento y con la sementera
me doy, me etrego al canto. Me enamora
jugar a hacer de la Palabra, hoguera.



PRESENCIA


SI UNA LUZ
una toda luz pudiera iluminar a toda hora
los caminos todos del planeta.
Una toda luz reflejada en todos los espejos
desgarrando las sombras todas
y todos los resquicios del silencio.

Si esa toda luz,
pupila insomne de Dios, se volcara en nosotros
–tejedores de sueños, solitarios huérfanos del mundo
hijos del enigma, pordioseros de amor–
y se rompiera el mito que nos legó
la noche
y volaran sin fin las mariposas
y despertara el niño que desde siempre
se nos quedó por dentro.

Si luz y niño y mariposas nos devolvieran
al mundo del asombro y de los sueños
decapitando ídolos y brujas y fantasmas hasta dejarnos
prístinos, abiertos, sin miedos y sin culpas…

Si esa luz, esa toda luz quisiera…



ESA ANSIEDAD
que nos quema la piel
los ojos, la garganta.
Esa inquietud
que nos crece por dentro
nos aprieta la sangre
nos ata, nos somete...

Ese miedo al garete
de altar sin cruz
de cruz sin hombre
y hombres sin perdón
ni olvido.



PARA TOMARLE EL PULSO
a la crueldad del tiempo
invítalo a clavarse a tus paredes
a cancelar el ciclo del fracaso
y a retener el del amor
y el sueño.

Conmínalo a quebrar relojes
a asumir la magia del recuerdo
a desbrozar caminos sin lastimar las piedras
a acariciar el alba
y a beberse contigo, sorbo a sorbo
la inmensidad del agua de la ausencia.

Para tomarle el pulso
a la fugacidad del tiempo
exígele el pedazo de ayer que te quitaron.
Y un minuto de Dios.
Y un Credo.



NO TE REPROCHO NADA
Lo que perdí nunca fue mío, y lo ganado
quién sabe si dádiva o el aliento
de un “Sigue, sigue…Que sigue el tren
andando”.

Confieso que de niña me empiné
más allá de mis manos huérfanas
anhelando estrellas.
Y me cegó la luz
y en el calor ardieron conmigo
mis banderas.

No Te reprocho nada.
Sé que en un plazo tan breve o largo
como quieras, puntual y sin aviso
se detendrá el tren
que hoy sigue y sigue
andando.



ESTO QUE SOY
tejido en las entrañas de la tierra
siglos antes de mí y del tiempo.
Llama viva ardiendo sin contornos
ni piel, ni sangre, ni soplo que la apague.
Latido azul, astral partícula de Dios
y el Universo.

Esto
que he sido y que seré mientras haya luz
en las pupilas del sol
y grite una verdad en cada poro
y en cada angustia habite
una promesa.

Esto
círculo de diámetro invisible, exacto y cierto
sellado con el signo de la Cruz
en las puertas cerradas
del misterio.

Esto
ya sangre y piel y culpa arrancados conmigo
de primigenio Edén.
Esto que soy, atado a mí
y para siempre, suelto.



PORQUE
en cada esquina de la ausencia
está el reproche
de la sangre siempre viva de los muertos
vuelvo de golpe y sin afán a la esfera
en que giro y giro hasta caer desnuda
en las orillas de un paraje
sin horas, sin huellas, sin culpas
y sin mí.

He viajado por el fuego incauto
que preside las noches y los sueños.
Por témpanos, páramos, laberintos
y todavía no sé cómo salir de este molde
que me lleva, trae, duele, asfixia
encierra…

Quizás, cuando "se suelte el hilo de plata
y se rompa el cántaro en la fuente"
al final del tiempo de mi tiempo
de ese día sin noche –ése en que saldrá el mar
a reclamar los ríos y el Sembrador su siembra
y el Jardinero su labor.

Quizás cuando otra vez arcilla blanda
este barro mío, en Sus manos la amase
la sople, la acaricie el Alfarero
y haga con ella otro objeto. Otra cosa.
Quizás otra mujer.



ERA UNA VOZ ARISCA
gritándole a las cuatro esquinas del silencio.
Voz celosa del hálito de paz
y de la hebra de luz acodada en la esquina
de mi espejo.

Era una voz oscura…

Y le volví la espalda,
y me aferré a la antorcha viva
que incendiaba de pronto mis rincones,
y le escondí el perfil de mi substancia,
y busqué sin hallar el útero materno
que me hiciera otra vez
semilla y agua.

Era una voz cobarde…

No le pedí perdón por rechazarla,
ni le pedí perdón por no seguirla,
ni le pedí perdón por este empeño
en despedir de pie y con Dios
todas mis sombras.




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